Lograr hacer que los líderes retroalimenten y sean retroalimentados (feedback doble vía) son habilidades que aunque empezaron a tomar dimensiones importantes en las organizaciones hace unos años, sigue costando hacerlo bien, mucho más difícil aun parece lograr adherirlo en la cultura y que la alta gerencia lo adopte como una práctica recurrente, en algunos casos parece utópico.
Con la retroalimentación se puede ayudar a alguien a crecer, cambiar y mejorar. También se puede evaluar y reconocer que se está haciendo bien y que no, ayudando a tomar mejores decisiones. Retroalimentar es algo serio y lo aplazamos como deber y responsabilidad, lo evadimos, lo posponemos por otras actividades más de nuestro rol.
Pero, por qué es tan difícil volverlo una práctica recurrente. Dentro de lo que podemos percibir, quisiera plantearte algunos ítems a tener en cuenta en tu organización:
• Una nula cultura de retroalimentación. • Una mala preparación de los líderes para hacer retroalimentación. • El temor al conflicto sano. • La alta gerencia no es el espejo ideal en cuestiones de hacer retroalimentación.
¿Qué deberíamos hacer?
Dependerá del nivel de influencia y tomas de decisiones que tengas en tu organización, si estas en capacidad de movilizar la cultura, dar ejemplo y construir las capacidades para tu equipo, genial que tomes conciencia de la importancia de retroalimentar y ser retroalimentado generando acciones concretas para esto.
Ahora bien, ya si lo pensamos en la práctica de dar una retroalimentación debes orientarla a la consecución de los resultados (para cuidar a la organización) y a la vez, al fortalecimiento de las relaciones (cuidar a las personas).
Te comparto algunos conceptos para que los repliques con tu equipo:
Al momento de dar el feedback, ten en cuenta como mínimo estos 3 aspectos:
Ese orden es importante. Primero se le indican los aspectos que se han observado que lleva a cabo de manera adecuada y que debe seguir haciendo así porque su forma de hacerlo está alineada con los objetivos, el propósito de la empresa y del equipo. Después se le indican las áreas de mejora detectadas y, por último, se le indican aquellos aspectos que se ha observado que comienza a hacer bien, pero que aún no lo ha consolidado de manera adecuada.
La retroalimentación no puede quedarse en frases cortas o generales. Es necesario acudir a ejemplos y situaciones concretas para que la persona comprenda lo que se desea de ella realmente. Entre más detallado sea el COMPORTAMIENTO que deseas que la otra persona tenga, mejor entendimiento tendrá el colaborador para hacerlo.
Una mala retroalimentación sería: «Necesito que trabajes más en equipo» Es demasiada ambigua, por qué no tiene un comportamiento claro sobre el cuál mejorar. Una mejor frase sería: «Es importante que contestes los correos electrónicos, el 70% de las veces que te escribo no tengo respuesta y eso perjudica la labor del equipo».
Y después de darlo, generar un espacio para recibirlo: ¿Estas preparado cómo líder para hacerlo? ¿Están preparadas las personas para decírtelo? Es un trabajo que debes valorar hacer.
Tremendo reto el crear una cultura de retroalimentación, pero sin dudas, un reto que vale la pena trabajar.